Uniendo dos mundos: Cómo mi experiencia moldeó mi camino como docente
- Rosalinda Moran
- 24 mar
- 2 Min. de lectura

Cuando tenía 5 años, estaba en un aula rodeada de un idioma que no entendía. Todos a mi alrededor hablaban inglés. Yo era la única alumna que hablaba español. Recuerdo que intenté hacerme invisible para que la profesora no me llamara.
En aquel entonces no existía la educación bilingüe, así que estaba inmerso en el inglés. Era como si nadara o se hundiera. ¡Definitivamente me estaba hundiendo! ¡No tenía voz!
No fue hasta el final del primer grado que empecé a comprender lo que se decía en clase. Pero para entonces, ya era demasiado tarde. Ya había perdido una parte de mí. Mi lengua materna era parte de mi identidad y me vi obligado a dejarla atrás al entrar en clase.
De niña, tenía baja autoestima y muy poca confianza en mí misma. No me interesaba mucho la escuela y nunca me consideré inteligente. Fue hasta que mi maestra de tercer grado, la Sra. Calhoun, me leyó libros en voz alta y les dio vida, que despertó en mí el deseo de ser maestra. Empecé a reunir a mis peluches como alumnos y luego recluté a niños del vecindario. ¡Sentí que podía marcar la diferencia!
Mi pasión por la enseñanza nunca se desvaneció después de tercer grado. Dudé de mí misma muchas veces, pero mi deseo de marcar la diferencia en la vida de los niños era mayor. No quería que los estudiantes se sintieran como yo: ¡sin voz e invisibles!
En 2002, finalmente me convertí en maestra bilingüe de primer grado. Después de 23 años, todavía puedo nombrar a casi todos mis alumnos. Recuerdo que Ogilvia, una estudiante de Oaxaca que hablaba un dialecto de español ligeramente diferente, era el blanco de otras alumnas. Celebré la singularidad de Ogilvia e integré sus experiencias en el aula. Ogilvia prosperó y adquirió tanta confianza que los demás estudiantes ansiaban su atención.
¡Fue en ese momento que me di cuenta de que estaba en el lugar correcto y mi sueño de infancia de convertirme en un maestro que pudiera impactar la vida de los estudiantes se había hecho realidad!
Mi pasión por la enseñanza es personal y está impulsada por mi deseo de transformar la vida de los estudiantes.
Así como encontré mi vocación, ¡quiero seguir haciendo una diferencia y ser un catalizador para que los niños de todo el mundo puedan encontrar su propósito en la vida!



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